martes, agosto 15, 2006

25 AÑOS QUE CAMBIARON AL MUNDO


Publicado en la ed. Impresa La Nación.com.ar: Tecnología

Lunes 14 de agosto de 2006

Noticias | Tecnología | Nota

Ariel Torres (E. Dahl) La compu

Un cuarto de siglo que cambió el mundo, y lo que queda por hacer

La historia de la civilización puede analizarse tomando en cuenta los costos del acceso, difusión y procesamiento de la información. De hecho, la existencia de nuestra especie es posiblemente el resultado de una ventaja notable en el segundo de estos costos.

Más vulnerables y con menos defensas naturales que sus depredadores y la mayoría de sus presas, los primeros hombres progresaron gracias no sólo a su inteligencia, sino sobre todo al lenguaje.

Capaces de enseñar a sus descendientes cómo esculpir el pedernal y encender el fuego, y con la habilidad de intercambiar mensajes tácticos durante la cacería o la batalla, los aparentemente inofensivos sucesores de los primates terminaron por dominar el planeta.

Nuestros antepasados tardarían sin embargo unos 40.000 años en desarrollar la primera tecnología revolucionaria en el campo del acceso y difusión de la información. Sólo hacia el final del tercer milenio antes de Cristo los sumerios crearon la escritura cuneiforme. Los egipcios estaban en algo parecido, aunque con una interfaz diferente -los jeroglíficos-, y otras civilizaciones (los chinos y los habitantes del valle del Indo) pueden haber tenido escritura antes. Como fuere, este dispositivo marcaría el principio de la Historia.

La escritura funcionó de maravillas durante unos 5000 años, pero se mantuvo reservada para un puñado de privilegiados. La mayoría de la gente podía hablar, pero sólo unos pocos sabían leer y escribir. La imprenta de tipos móviles de Gutenberg y sus primeras Biblias -en febrero de 1455- cambiaron eso para siempre.

Con una tecnología para codificar el lenguaje y otra para producir copias en masa, el costo de acceder a la información se desplomó y dio lugar a la expansión de las ciencias, que a su vez conducirían a la radio, el gramófono, el cine, la TV, los satélites y el teléfono.

El mundo era un lugar mejor ahora que la información fluía a un costo lo suficientemente bajo como para que muchas más personas pudieran pagarlo.

La revolución y la brecha

Pero había dos valores que seguían muy altos: el de la difusión, que era exorbitante, y el del procesamiento, que era impagable.

Obvio. ¿En qué mente trasnochada podía medrar la idea de convertir a cada persona no ya en un lector, en un televidente, sino en un investigador y en un productor? ¿Acaso cada uno de nosotros aspiraba a tener capacidades de cómputo y de difusión propias?

"No hay ninguna razón para que un individuo tenga una computadora en su casa", aseguraba en 1977 el magnate de la informática Ken Olsen, fundador de Digital Equipment. Cuatro años después, su archirrival IBM lanzaría al mercado precisamente eso, una computadora personal. Aunque ya existían otros modelos (Apple, Commodore, Tandy), la IBM/PC permitió la proliferación de clones y la plataforma se universalizó.

Con la llegada del acceso público a Internet, la tercera revolución estaba ocurriendo en nuestra propia época: hoy una PC promedio tiene más capacidad de cálculo que los centros de cómputos de la década del 70, mientras que Internet nos permite expresarnos a un costo tan bajo como el de ver TV.

Lamentablemente, estos costos son todavía altos para mucha gente; de hecho, para muchos seres humanos, el sobrevivir cada día es una hazaña. Así que brindo por estos 25 años fundacionales, pero también por lo que queda por hacer. Que no es poco.

Por Eduardo Dahl

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