miércoles, diciembre 13, 2006

SOLILOQUIOS DE BELÉN DE GIOVANNI PAPINI


LA MATRONA


¿Por qué han venido a llamarme, en mitad de la noche, si no tenían necesidad de mí? El viejo llega, llama a la puerta como si quisiera derribarla, suplica, me hace salir de la cama caliente, y me cuenta que su mujer está a punto de dar a luz y que no tiene a nadie para asistirla. Yo, ingenua, me dejo persuadir, y lo sigo. Creía que estaba en casa de parientes, o por lo menos en la posada. En cambio, me lleva a un establo fuera del pueblo, alejado, medio derrumbado. Se detiene y dice: es aquí. Yo no quería ni entrar, porque no estoy acostumbrada a poner los pies en los establos. Todas mis clientes son señoras, las mejores señoras de Belén. Y esta señora que se aloja en un establo debe ser una desgraciada, una huida, tal vez una pecadora que se esconde.

A pesar de todo, me llené de valor y entré. Ahora ya había llegado hasta allí y tal vez consiguiera un siclo1, aunque el viejo no tuviera el aspecto de ser una persona de posibles. Pero cuando ya estoy dentro, ¿qué veo? A la madre toda tranquila y plácida, sentada cerca del pesebre, como si nada hubiese ocurrido. Y allí dentro, en el heno, un hermoso niño que mira a los ojos y que ilumina toda la habitación.

Y entonces, digo yo, ¿qué sorpresas son éstas? ¿Por qué me han arrancado de casa, donde soñaba tan bien, si todo se ha terminado?

Ellos, el hombre y la mujer, se miran y no me contestan. Finalmente consigo saber que aquella joven ha parido sin dolor. Sin trabajo y sola, sin la ayuda de nadie, mientras el viejo me buscaba. No he podido contener la rabia y me desahogado con los dos cuanto me ha parecido.

Pero la mujer estaba completamente encantada con el niño, y el niño parecía que me sonriera, como si quisiera calmarme. El viejo ha intentado ponerme en la mano algunas monedas, pero yo no he querido nada y he salido de allí dando un portazo.

Aquellas no son personas como las otras, y yo no quiero ni tocar su dinero. Puedo equivocarme, pero ahí hay algo de brujería. Nunca se ha oído decir que una mujer pariera de ese modo, sin dolores y sin socorros. ¡Y ese hijo que mira a la gente como un hombre!.

Y luego, ¡hacerme levantar a esta hora con este viento helado, y para llegar y encontrarme que todo está hecho! Mañana, apenas se haga de día, quiero explicárselo todo al centurión. Dejaré de ser quien soy si mañana no los echa de Belén, ¡vagabundos ignorantes!

Recopilación

RÓMULO ELGUETA LAGOS


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