PENSAMIENTO POSITIVO... ACTITUD POSITIVA
EL EFECTO PIGMALIÓN
Cuenta la leyenda que Pigmalión fue un rey que contemplando una hermosa estatua femenina, quedó prendado de su belleza. Locamente enamorado dirigió sus ruegos fervorosos a la diosa del amor para que infundiera vida a la piedra y así pudiera entregarle toda su pasión.
Conmovida la diosa, de tanta fe y de tan profundo y real sentimiento, le concedió la gracia solicitada.
Hasta ahí la leyenda. Ahora viene la lección. ¿Cuánta fe ponemos en nuestros proyectos y metas? ¿Somos un país de optimistas y confiados en el éxito? Lamentablemente las respuestas no pueden ser positivas, ya que poseemos una cultura que tiende hacia lo negativo y al conformismo (y a los “triunfos morales”). Esta actitud se manifiesta en todo ámbito, desde lo doméstico hasta lo político, pasando por lo deportivo, por lo económico, estudios, etc. Si se encuentran 2 o 3 personas en la calle, ¿cuál será el tema de conversación? Usted seguramente ya tiene la respuesta correcta. Sea cual sea el tema, éste aborda tópicos negativos. Y si se integra otra persona a la conversación, una vez enterada de su contenido, lo más seguro que ella aportará una desgracia aún mayor que las ya expuestas ¡Si parece que participáramos en un campeonato para elegir al más infeliz! ¿Y ha visto usted lo que pasa cuando alguien cuenta que le está yendo muy bien? Usted también lo sabe. Después de las pseudo felicitaciones, sembradas de dudas, vienen los irónicos comentarios con los amigos comunes. Ahora, si el éxito propalado es real, bueno, para eso tenemos la institución del “chaqueteo”, otro deporte nacional.
Todo lo anterior nos lleva a una reflexión práctica: ¿le conviene al país esta mentalidad? ¿nos conviene a cada uno de nosotros? Evidentemente no, Aún más, una actitud mental negativa nos hace mal como individuos y como nación. Nos enferma, nos intoxica, nos paraliza, nos degrada. Por el contrario, se ha comprobado experimentalmente que actitudes positivas, generan secreciones hormonales de beneficiosos efectos fisiológicos, psicológicos y, consecuentemente, sociológicos. Ya lo vimos en el caso de Pigmalión, aún las metas inalcanzables pueden llegar a una feliz realidad, si así nos lo proponemos en nuestra mente con mucha fe y confianza. Vale la pena entonces preguntarse ¿qué tipo de vida deseo para mí y los míos? ¿en qué tipo de nación deseo vivir? Seguro que nadie desea conscientemente la infelicidad personal, ni el estancamiento de su país. El problema es que todos los esquemas mentales negativos a que hemos hecho mención, se encuentran en nuestro subconsciente y nos impulsan a actuar irreflexivamente, e incluso en perjuicio nuestro y de los que nos rodean. Nadie quiere ser injusto. Sin embargo, muchas veces lo somos hasta con nuestros seres queridos. Muchos otros errores cometemos, pero sólo los percibimos en los demás. Lo que pasa es que nos han educado a mirar hacia fuera. Por eso somos muy críticos, pero de los demás. ¡Y cuanto tiempo y energía desperdiciamos quejándonos y criticando improductivamente!
Lo único productivo es la autocrítica, ya que ella nos permite cambiar y mejorar. Pero ¡qué valentía y honradez se necesita para ello! Si nos atrevemos, empecemos ya. El tiempo pasa y nuestro cuerpo, mente y voluntad comienzan a anquilosarse y nos perderemos esta invitación que nos hace la vida a ser felices.
Pero ni en el comercio ni en la naturaleza existe nada gratis. El progreso y la felicidad requieren esfuerzos y sacrificios. Si queremos realmente cambiar nuestras actitudes, deberemos partir practicando paulatinamente una técnica difícil pero muy eficaz, llamada “AUTOPERCATACIÓN”. Simplemente se trata de observarse así mismo, como un testigo imparcial de nuestros propios comportamientos, escuchándonos, sintiéndonos, percibiéndonos. Es un trabajo largo y de todos los días y quizás, de toda la vida. Por lo tanto, calma. Comience con alguna faceta de su vida familiar o de trabajo donde sospeche que algo anda mal. Obsérvese 3 o 4 veces al día, cada vez que se acuerde. Si es honrado y valiente empezará a descubrir aspectos mejorables, nunca antes sospechados. Lo más interesante es que al hacer luz sobre dichos aspectos, aparecen espontáneamente comportamientos autocorrectivos y ¡absolutamente indoloros! Así que atrévase.
ALFONSO BARAONA SOTOMAYOR
DIRECTOR EJECUTIVO
VENKO, CENTRO DE CAPACITACIÓN Y DESARROLLO
VIÑA DEL MAR
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