EL MIEDO NOS PARALIZA
MIEDO AL MIEDO
Un día, Mulá Nasrudín estaba muy preocupado, cavilando. Cualquiera que observara su cara podía ver que estaba sumido en pensamientos; muy tenso, angustiado. Su esposa se llegó a alarmar. Le preguntó,«¿Qué es lo que pasa, Nasrudín? ¿En qué estás pensando? ¿Cuál es el problema? ¿Porqué estás tan preocupado?». Mulá abrió sus ojos y dijo, «Este es el problema más grande. Estoy reflexionando en cómo ha de saber uno que uno mismo está muerto. ¿Cómo saber uno que uno mismo está muerto? Si me fuera a morir, ¿cómo iba a reconocer que estaba muerto? Porque yo no he conocido la muerte. El reconocimiento significa que has conocido algo antes».
«Te veo y reconozco que eres A, o B o C porque te conocía de antes. A la muerte no la he conocido...», dijo el Mulá, «...Y cuando se presente, ¿cómo la voy a reconocer? Este es el problema y estoy muy preocupado. Y cuando esté muerto y no pueda preguntar a nadie, esa puerta estará también cerrada. No puedo consultar ninguna escritura, ni ningún profesor puede ser de ayuda».
Su esposa se rió y le dijo, «Te estás preocupando innecesaria-mente. Cuando la muerte llega, uno lo sabe inmediatamente. Cuando la muerte se te presente lo sabrás porque te pondrás frío, frío como el hielo». El Mulá se sintió aliviado. En sus manos tenía la clave, una señal.
Al cabo de dos o tres meses, se encontraba cortando leña en el bosque. Era una fría mañana de invierno y todo estaba helado. De repente se acordó y se palpó las manos: estaban heladas. Dijo, «De acuerdo. La muerte se está acercando y estoy tan lejos de casa que no puedo decírselo a nadie, ¿qué voy ha hacer? Me olvidé de preguntárselo a mi mujer. Me dijo como se debía de sentir uno, pero ¿qué se supone que se ha de hacer cuando llega la muerte? Ahora no hay nadie aquí y todo se está helando».
Entonces recordó. Había visto muchas personas muertas, de modo que pensó, «Es adecuado el tumbarse». Así era como había visto a las personas fallecidas, de modo que se tumbó. Por supuesto se fue sintiendo más y más frío, con la muerte cerniéndose sobre él. Dos lobos, creyendo que Nasrudín estaba muerto, atacaron a su burro. El Mulá abrió los ojos y viéndolos, pensó «Los muertos no pueden hacer nada. Si hubiera estado vivo, vosotros lobos no os habríais tomado esas libertades con mi burro. Pero ahora no puedo hacer nada. Nunca se ha sabido de muertos que hicieran algo. Sólo puedo permanecer como espectador».
Si estás muerto para todo tu pasado, absolutamente muerto, entonces únicamente puedes ser un testigo. ¿Qué otra cosa puedes hacer? Ser un testigo quiere decir morir a tu pasado, a tus recuerdos, a tus ideas, a todo. Entonces, en el momento presente, ¿qué puedes hacer? Solamente puedes permanecer como observador. No es posible juicio alguno. El juzgar sólo es posible en referencia a experiencias pasadas. No hay evaluación posible; la evaluación es posible solamente con referencia a acciones pasadas. No es posible el pensar; el pensar solamente es posible si el pasado está allí, de vuelta al presente. Así que, ¿qué puedes hacer? Puedes ser un testigo.
Recopilación
RÓMULO ELGUETA LAGOS
CAPACITADOR
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